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Ronaldo, cierra al salir

Actualizado: hace 3 horas

Ilustración de Ronaldo Nazário. Fuente: Sora (Chat GPT).
Ilustración de Ronaldo Nazário. Fuente: Sora (Chat GPT).

Ya es oficial matemáticamente. El Real Valladolid es equipo de Segunda División. En abril. Con 5 jornadas por disputarse. Un histórico se despide de la categoría reina del fútbol español como un club sin alma, arrastrado y condenado prácticamente desde el día uno.


Ni siquiera los aficionados del Pucela pudieron aferrarse a un posible milagro. No les quedó otra que dejar pasar los días. Tachar jornadas con resignación. Un angustioso camino por el corredor de la muerte que lleva al descenso. Un descenso al que le han empujado desde dentro, desde la propiedad, con Ronaldo Nazário como máximo accionista y en este caso, como máximo culpable.


En 2018 llegó el brasileño con más promesas que propuestas. En 2019 dijo que dentro de cinco temporadas el Valladolid estaría luchando por una plaza en Champions. Y en 2025, su 'juguete' va a sufrir su tercer descenso en cinco años.


De la parcela deportiva casi es mejor ni hablar. Un proyecto sin pies ni cabeza y una dejadez tremenda en la confección de plantilla. Sin precedentes. Los episodios de la venta de Boyomo y Juma Bah son los más claros y extraños. El primero por ser vendido con la temporada empezada por una cifra irrisoria siendo el mejor central del equipo. Y el segundo por no saber cuidar a una joven promesa como se debe.


La excusa de cumplir con el fair play financiero puede valer con el primer caso, en el segundo solo cabe la incompetencia de los dirigentes. El problema es que así ha sido todo lo demás. Y el resultado lo demuestra: una plantilla anticompetitiva que va en camino de ser el peor equipo de Primera División del siglo XXI, por número de puntos y goles encajados.


El verdadero mal es más profundo. Más triste. Es esa herida silenciosa que ya han sufrido otros clubes en España. Como el Valencia, que se desangra bajo el mandato de Lim, el Real Valladolid ha caído en manos de alguien que creyó que con dinero bastaba. Que pensó que comprar un escudo era lo mismo que entenderlo. Que confundió propiedad con pertenencia.


Ronaldo ha gestionado este club desde la distancia y desde el desapego. Ha gobernado de espaldas a la ciudad, sin escuchar, sin mirar, sin sentir. Como si el club no tuviera alma. Como si no hubiera miles de personas que laten con sus colores cada fin de semana. Lo ha hecho también con rabia. Para él, el Valladolid es un juguete, que cree poder romper y arrastrar cuando se cansa de él.


Viendo esta temporada se nota que se ha cansado ya de él. La solución es sencilla: que lo venda. El Pucela remontará el vuelo. Por su historia y por su increíble afición. Pero no lo hará con Ronaldo al mando, eso seguro. Que cierre al salir.

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